Hall, en Tirol.
Hall es una población austriaca de unos 13000 habitantes, a unos 10 km al este de Innsbruck, capital del Tirol. Su economía se ha basado en tres aspectos básicos: la producción de sal, el control de la navegación fluvial, en el río Eno, y la Casa de Moneda, ceca de Hall.
El centro de la ciudad es un buen ejemplo de la planificación y desarrollo urbano medieval. Con edificios del gótico tardío, tanto civiles como religiosos, y circundados por una muralla, cuyos vestigios aún podemos ver en el norte de la ciudad, es una ciudad que además presenta una división topográfica. Hall alta, y Hall baja, cada una con una torre de defensa.
Es mencionada en registros históricos por primera vez en 1232. Ya en 1256 es destacada por la producción de sal en las minas del valle Halltal. Debido a la importancia de este producto en la época, esta ciudad obtuvo el derecho de celebrar un mercado, así como calidad de municipio. En 1300 se construyó el puente sobre el río Inn, y poco después se permitió a los habitantes cobrar unas tasas por el paso por ese puente.
Mediante unas dragas especiales se retiraron maderas del río, y se usaron para evaporar el agua en las soluciones salinas para extraer la sal.
La posición prevalente de la ciudad fue consolidandose. Por ejemplo, era preceptivo que todos los productos que pasaran por el río inn fueran vendidos en el mercado de Hall, por lo que los impuestos y tasas quedaban en la ciudad.
En 1447 un gran incendio destruyó la parte de arriba de Hall, y en 1670 un importante terremoto provocó grandes daño en el centro de la ciudad. Sin embargo durante los siglo 15 y 16 fue una de las más importantes poblaciones del imperio de los Habsburgo.
Actualmente, en la ciudad se conserva una muralla interior, que protege el centro, que sigue con la división de la zona alta y la zona baja. Conserva asimismo elementos arquitectónicos reseñables del románico, gótico, barroco, y moderno, y aunque ha perdido poder ecónomico sigue siendo un lugar para visitar, en el que aprenderemos mucho sobre la historia europea, y sobre las monedas.
Ceca de Hall, en el castillo de Hasegg
En 1477 el archiduque Sigmund de Tirol ordena el traslado de la ceca de Meran a Hall. Uno de los motivos de este traslado radicó en la protección que ofrecía la muralla de la ciudad de Hall a las construcciones que había en su interior. Hall es en aquel entonces un cruce de caminos. Además la cercanía de las minas de plata de Schwaz termina de inclinar la balanza de la decisión del traslado.

En 1486 se produce la acuñación de una moneda gruesa de plata con módulo de 40 mm. y peso de 35 gramos; se puede considerar el primer thaler (una de las acepciones de esta palabra es “valle”); en 1519 el conde de Schlick acuñó en Bohemia piezas semejantes que se llamaron joachimsthaler, por su lugar de origen -Valle de San Joaquín-, nombre que luego se abrevió en thaler).
En el siglo XVI se introdujeron avances tecnólogicos de importancia en la manera de acuñar monedas.
La tecnología alemana transforma el antiguo procedimiento de la acuñación a martillo, en uso desde que se inventó la moneda cerca del año 700 a.c., en un proceso mecanizado mediante el empleo de ingenios de laminación impulsados por grandes ruedas hidráulicas.
Con ayuda del nuevo ingenio construido en Hall, a partir de 1571 se acuñaron grandes cantidades de plata en la ceca de Hall. Durante 180 años estuvo en funcionamiento la acuñación a rodillo, hasta la época de la emperatriz María Teresa en el siglo XVIII. Fue entonces, en 1750, cuando se adoptó la acuñación a volante.
La historia de la casa de la Moneda de Hall terminó en 1809, en la época de las guerras napoleónicas, cuando en los años de la ocupación del Tirol por parte de tropas bávaras, aliadas de los franceses, durante la lucha de los Tiroleses, liderados por Andreas Hofer, se cerró la Casa de la Moneda de Hall. El castillo de Hasegg entonces se convirtió en un edificio que no tenía nada que ver con su pasado, y solo a partir de 1975 empezó el proceso de recuperación.
Importancia de la ceca de Hall
Una vez que se había comprobado la mejora industrial en la producción de monedas con la aplicación del ingenio en la ceca de Hall, la tecnología se fue expandiendo en los dominios de los Habsburgo. Exisitían reticencias entre los artesanos que seguían elaborando monedas a martillo, ya que temían perder sus trabajos, o sus ingresos.
Pero el avance tecnológico se había vuelto imparable. En 1567 se instalaron los trenes de laminación, y los rodillos hidráulicos en el castillo de Hasegg.
La nueva tecnología era capaz de producir 10 veces más rápido y con la mitad de plantilla, con una calidad mejor, y con una repetibilidad considerable en piezas del mismo módulo.
Se convirtió no sólo en un elemento de producción, sino también en una pequeña revolución industrial. Era una incipiente fabricación en serie, que a la larga fue exportada a otros países, no sólo a través de las monedas acuñadas, sino a través de la exportación de la propia tecnología.
Ceca de Segovia
Este proceso llega rápidamente a España gracias a la Casa de los Austrias. Hacia finales de 1580, Felipe II culmina una serie de negociaciones sobre artillería y maniobras de tropas con su primo, el Archiduque Fernando de Tirol, que en agradecimiento le regala varios de estos aparatos que se iban fabricando para este propósito en la Casa de Moneda de Hall, cerca de Innsbruck. En febrero de 1582 le envía los técnicos necesarios para preparar su implantación en España.
En principio, se pensaba ubicar los ingenios en Sevilla donde llegaba el metal americano y parece que también se consideraron otros sitios: Lisboa, Toledo y Madrid. Pero en mayo de 1583, por deseos particulares de Felipe II, se elige un antiguo molino de papel y harina sobre el río Eresma en Segovia como el emplazamiento.
La flamante maquinaria llega a Segovia el 1 de junio de 1585 y en cuatro semanas ya se había acuñado la primera prueba. En marzo de 1586 el Ingenio comienza su producción regular, funcionando simultáneamente con la Casa Vieja, pero con absoluta independencia, durante casi un siglo.
Su novedad se debía a la gran fuerza que los ingenios aplicaban sobre la tira de metal mientras pasaba entre dos cuños cilíndricos, permitiendo la acuñación de monedas más circulares, grandes y nítidas que el golpe de martillo.
Su novedad se debía a la gran fuerza que los ingenios aplicaban sobre la tira de metal mientras pasaba entre dos cuños cilíndricos, permitiendo la acuñación de monedas más circulares, grandes y nítidas que el golpe de martillo.
- Símbolo de ceca de Segovia
La moneda circular del Ingenio fue recibida por su valor facial sin necesidad de pesarla, ya que la gráfila en sus bordes frustraba las pícaras intenciones de los que cercenaban trozos de oro y plata de las monedas con bordes irregulares acuñadas a golpe de martillo.
Como curiosidad, el Real Ingenio de Segovia funcionó con absoluta independencia del resto de las casas de moneda: era propiedad particular de la Casa Real, construido por Felipe II con su propio dinero y administrado a través de la Junta de Obras y Bosques con reglas y ordenanzas propias, a diferencia de las demás casas de moneda que fueron gobernadas por el Consejo de Hacienda.
Con qué monedas convivieron las acuñadas en Hall
En el siglo XV España tenía en circulación una moneda de prestigio, y aceptada por toda la cuenca del Mediterráneo y Oriente medio. Era el real.
Sin embargo, ante una petición del Virrey de Nueva españa para que se acuñaran monedas de 8 reales, además de las de ½, 1, 2, y 4 reales, que ya circulaban, Carlos I de España y V de Alemania dio su permiso.
El rey conocía el talero alemán, (en 1486 ya se había acuñado una moneda de ese tipo en Hall) o sea el equivalente del nuevo real de a ocho. La gran abundancia de plata hizo aconsejable la acuñación de una moneda gruesa, por razones de economía de tiempo y dinero, debido a que el procedimiento de acuñar a martillo era muy lento.
El 6 de junio de 1544, Carlos I envía a México una Provisión sobre el tipo del real de a ocho que había de labrarse.
Esta Provisión decía: “El cuño para los reales sencillos e de a dos, e de a quatro e de a ocho, sea de la una parte castillos y leones con la granada, e de la otra parte las dos colunas, estrellas e un retulo que diga PLUS ULTRA, ques la divisa de mi el Rey”.
Esta moneda fue desde un principio muy apreciada por la riqueza de su ley (930,555 milésimas) y un peso fijo (27,46 gramos), y se utilizó en la mayoría de los países, desde Europa a América, y de Asia a África, para sus transacciones comerciales. Algo más adelante, el tipo del real de a ocho varió con las columnas y los mundos entre ellas (Felipe V), como igualmente cuando se puso en ellos el busto del monarca (Carlos III).
El real de a ocho se había convertido en una moneda de aceptación universal.

Por esas fechas, los Habsburgos, en el Imperio constituido en Europa Central y que abarcaba también a los Países Bajos, comenzaron a labrar los thalers, moneda grande de plata, que los holandeses denominaron rijkddaaler. Así como en las Américas, y el imperio español la moneda de referencia era el real de a 8, en centro europa y sus zonas de influencia ejercía ese papel el thaler.
Como curiosidad se acepta que la palabra “dólar”, unidad monetaria de U.S.A. nace de la alemana thaler, moneda originaria del Tyrol, creada en 1486, en la región de los Alpes, entre Austria e Italia, aunque también, los norteamericanos utilizaron la palabra “dólar” para referirse al real de a ocho español.
Otras piezas de la ceca de Hall presentadas por N. Lavín
Bibliografía: